Las vacaciones suelen poner a los niños en situaciones difíciles. Las rutinas interrumpidas, los niveles altos de azúcar y la expectativa de recibir regalos mientras son observados pueden resultar abrumadores para los niños pequeños. Muchos padres se preocupan por las crisis o los momentos incómodos en los que los regalos no se reciben con alegría y entusiasmo. A continuación le mostramos cómo preparar a su hijo para que reciba un regalo de forma educada, sin forzarle una gratitud artificial.
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La preparación es clave
Los expertos en etiqueta enfatizan que enseñar cortesía comienza con la preparación. En lugar de escribir respuestas o exigir emoción fingida, concéntrese en lo básico: una sonrisa y un simple “gracias”. Forzar abrazos o besos no es necesario; El aprecio no requiere afecto físico.
Practica esto de antemano. Explique que algunos regalos agradarán, otros no tanto. Lo importante es la bondad hacia el donante, expresada mediante un reconocimiento cortés. Este enfoque evita expectativas poco realistas y enseña respeto.
Conecte la donación con el esfuerzo y el pensamiento
Si es posible, involucre a su hijo en el proceso de entrega de regalos. Participar en donaciones caritativas o ayudar a comprar para otros ilustra el tiempo, el esfuerzo y la consideración que se requiere al dar. Esta experiencia de primera mano fomenta la empatía y una comprensión más profunda de la gratitud.
Cuando los niños ven el trabajo detrás de un regalo, es más probable que lo aprecien, independientemente de si es exactamente lo que querían.
Manejo de reacciones emocionales
Las vacaciones pueden ser emocionalmente agotadoras para los niños. Esperar a que otros abran los regalos, resistir la tentación de romper todo a la vez y lidiar con horarios de sueño alterados pueden generar frustración.
En lugar de regañar, valida sus sentimientos. Decir “Es difícil esperar, ¿no?” reconoce su lucha y reduce el mal comportamiento. Replantear su entusiasmo como energía positiva en lugar de codicia también alivia la tensión.
Expectativas realistas
Desde el punto de vista del desarrollo, la gratitud genuina (comprender la perspectiva del donante) suele surgir alrededor de los 8 años o más. Los niños más pequeños carecen de la capacidad cognitiva para comprender plenamente este concepto.
No entre en pánico si su hijo no se desborda de gratitud al instante. Concéntrese en enseñar cortesía básica reconociendo al mismo tiempo su etapa de desarrollo. La honestidad también es natural; Los niños pueden expresar abiertamente su decepción, y eso está bien, siempre y cuando lo hagan con respeto.
En última instancia, los padres y familiares deberían relajar las expectativas. A los niños se les pueden enseñar modales, pero se necesita tiempo para desarrollar la gratitud genuina.
