El efecto secundario: cómo los padres están minando la confianza de sus hijos

18

La presión sobre los atletas jóvenes está aumentando y una fuente sorprendente a menudo alimenta el problema: los padres. Desde campos de fútbol juvenil hasta ligas competitivas, el comportamiento fuera de juego puede erosionar silenciosamente la confianza de un niño, convirtiendo el disfrute en ansiedad. Un estudio reciente realizado por el Mentally Strong Institute de la Dra. Cindra Kamphoff revela que casi la mitad de la Generación Z (48%) a menudo se siente “insuficiente”, y el 47% se compara constantemente con los demás, una tendencia que comienza temprano y se extiende mucho más allá de los deportes.

La crisis de confianza: ¿Qué está pasando?

El problema no es sólo gritar instrucciones desde las gradas. Se trata del mensaje subyacente que envían los padres: que ganar define el valor. Cuando a los niños se les enseña que el desempeño es igual a la identidad, los errores se convierten en fracasos y las dudas sobre uno mismo echan raíces. El Dr. Blakely Low-Sampson, psicólogo deportivo y consejero, enfatiza la regla 5:1: cinco comentarios positivos por cada correctivo. “Esta proporción aumenta la probabilidad de que se reciban comentarios y nuestra relación con nuestro hijo siga siendo sólida”.

Construyendo resiliencia, no miedo

En lugar de centrarse únicamente en los resultados, los expertos recomiendan cambiar la narrativa. Nombra tres cosas que tu hijo hizo bien en la práctica, en lugar de insistir en los errores. Fomente objetivos “valientes” (pequeños riesgos asumidos durante los juegos) en lugar de la perfección. Cuando surja la comparación, modele la sustitución de “No puedo” por “Estoy aprendiendo a…”.

Presión versus soporte: encontrar el equilibrio

Los padres suelen caminar en una delgada línea entre motivar y presionar. Un bien intencionado “Puedes hacerlo mejor la próxima vez” puede sonar como “No eres lo suficientemente bueno” para un niño que ya lucha contra las dudas sobre sí mismo. Concéntrese en el esfuerzo más que en el resultado. Haga preguntas como: “¿Qué intentaste hoy?” o “¿De qué estás orgulloso?” en lugar de “¿Ganaste?”

La trampa de la comparación fuera del campo

La presión no se limita al campo. Las redes sociales, las estadísticas y la competencia dentro de los equipos contribuyen a una cultura de comparación. La psicóloga Danielle Roeske de Newport Healthcare advierte que los momentos destacados proporcionan una sensación deformada de la realidad. La competencia sana debería impulsar a los niños a dar lo mejor de sí mismos y al mismo tiempo sentirse apoyados.

Pequeños cambios, gran impacto

Unos ajustes sencillos pueden marcar la diferencia. Implemente un informe de confianza de 2 minutos durante la cena: “¿Qué salió bien?” “¿Qué intentaste?” “¿Qué harás diferente?” Normalice los contratiempos recordándoles a los niños que incluso los profesionales luchan. Asegúreles que los momentos no los definen dándoles espacio para descansar, reflexionar y reconectarse con lo que disfrutan.

En última instancia, el deporte debería ser un laboratorio para el crecimiento, no un escenario para juzgar. Al fomentar la confianza, la resiliencia y el amor por el juego, los padres pueden ayudar a sus hijos a prosperar, tanto dentro como fuera del campo.